La Esencia – Lo que permanece cuando todo se aquieta
El Punto Azul® – Lo que permanece
El Punto Azul® no propone alcanzar un estado nuevo, sino recordar algo que ya está ahí cuando dejamos de esforzarnos tanto.
Es esa forma de estar que aparece cuando aflojamos lo justo: más sencilla, más clara, menos cargada de ruido.
No es una idea ni una emoción concreta; es la sensación directa de estar vivos sin tanto añadido.
Más allá de la forma
En ciertos momentos, el cuerpo se calma y la mente mira lo que ocurre sin tanta prisa.
La respiración sigue, el corazón late, las sensaciones van y vienen… y, aun así, se intuye un fondo más estable que no depende de cada cambio.
No es inmovilidad ni perfección, sino una manera más ordenada de estar presentes, en la que no hace falta responder a todo con la misma intensidad.
En El Punto Azul®, esa experiencia cotidiana se valora como un apoyo: un recordatorio de que podemos sentirnos más estables incluso cuando la vida se mueve.
Una orientación interna
Cuando una persona recupera contacto con esa manera más sencilla de estar, no solo cambia lo que hace con su cuerpo.
También cambia cómo se mira a sí misma, cómo se habla por dentro y qué espacio se da para sentir lo que le pasa.
La atención se vuelve más disponible, las emociones se hacen más manejables y las decisiones pierden algo de urgencia.
No porque todo se resuelva, sino porque uno se siente menos a la deriva.
El Punto Azul® no pretende ser un refugio para alejarse del mundo, sino una referencia desde la que volver a él con algo más de coherencia y respeto hacia uno mismo.
Lo que permanece
Todo se transforma: el cuerpo, el ánimo, los recuerdos.
Y aun así, hay una sensación de continuidad que nos acompaña, una forma de estar que reconoce lo que cambia sin perderse del todo.
En MioReset®, se cuida esa experiencia como parte del proceso: no para convertirla en meta, sino para recordar que también existe esa posibilidad de estar más en paz con lo que somos.
No requiere teorías complicadas.
Solo tiempo, escucha y la disposición a no añadir más presión de la necesaria.
La esencia no se persigue: se reconoce, poco a poco, en esos momentos en que cuerpo y mente dejan de empujarse y empiezan a ir juntos.
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